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Para nadie es un secreto que estamos viviendo tiempos difíciles no solo aquí en este país donde el éxodo nos ha traído, sino en la mayor parte del mundo; tiempos que a muchas personas les están haciendo resquebrajar y sentir dolores de parto. Son tiempos malos con vientos que presagian malas noticias; pero se escuchan tambores que quieren anunciar alguna buena nueva. Igual que el año 2008, el 2009, con ligeras y no muy marcadas diferencias, se despide de nosotros dejándonos hundidos en la incertidumbre de una crisis económica sin precedente en la historia de los Estados Unidos; crisis que sin lugar a dudas trasciende las fronteras y que está golpeando, cual huracán embravecido, a nuestra propia gente en cualquier país que se encuentre; estos han sido dos años de malas noticias para muchos propietarios de casas que apostaron todos sus sueños y esfuerzos en conseguir un pedacito del Sueño Americano, así como para miles de familias que se han visto divididas por las redadas indiscriminadas y maliciosas conducidas por el ICE. El 2009, en particular, nos expone a un discurso político matizado por la ambigüedad y la contradicción: Retiro de las tropas de Irak pero más soldados para Afganistán. El 2010 nos saluda con el aspecto maloliente, pestilente y resacado de sus predecesores y pide nuestra ayuda para que le despojemos de la conjura que heredó de ellos; ahora más que una nueva propuesta de Reforma inmigratoria está tratando de encontrar camino en el Congreso de los Estados Unidos. Tiempos como estos requieren que echemos una mirada al concepto de la solidaridad, palabra que, mirada desde cualquier ángulo, evoca el pragmatismo de extender la mano y estar atentos a las necesidades y al sufrimiento ajeno. Sí mis hermanos y hermanas, justo en tiempos de dificultades es cuando la Solidaridad reclama la plenitud de su significado, alcanza su mayor sentido y requiere más que la pongamos en práctica. Como cristianos seguimos teniendo la sagrada misión de ser portadores de esperanza y mensajeros de buenas noticias, y es en tiempos como estos cuando el espíritu solidario luce mejor al revestirnos de él y enarbolarlo como estandarte Les dejo con estas palabras tomadas de la canción “Hora de Esperanza” del padre Zezinho. “Es hora de ser la esperanza, es hora de dar la amistad, es hora de ser testimonio de Dios en un mundo que no sabe amar.” Que Dios les bendiga y les llene de esperanza renovadora.
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